Cometas desde mi ventana

Miguel Rodríguez Marco

El presente artículo pretende explicar cómo un observador urbano puede hacer un programa provechoso de observación de cometas y compatibilizarlo con otros distintos, valiéndose de las ventajas de los telescopios modernos y las cámaras CCD.


Fig. 1 Cometa Maccholz (C/2004Q2)

Observar cometas desde una gran ciudad parece un disparate. Extremadamente extensos y difusos, se pierden con facilidad tras el velo de la polución lumínica. Afortunadamente la nueva tecnología de captación de imágenes con CCD ha venido en auxilio del observador aficionado urbano. En virtud de su rango dinámico y su sensibilidad, este detector es capaz de recoger la luz de estrellas más débiles que las que podrían ser vistas por el ocular en ese mismo instrumento, así como la nebulosidad de la coma de un cometa hasta un cierto nivel sin que desaparezca tras el fondo luminoso artificial.

Mi actividad como observador se centra en las estrellas variables, dando cuenta de sus cambios de brillo de un día a otro. Sin embargo, ocasionalmente presto atención a algún cometa por una serie de razones. Son cuerpos interesantes por tener una actividad errática, pueden presentar aumentos de brillo repentinos o permanecer inertes durante años. Aun se sabe poco de la estructura de su núcleo y por ello requieren una atención constante. Asimismo, conocer estos cuerpos ayuda a reconstruir el origen y evolución del Sistema Solar. Y además, de vez en cuando dan lugar a los espectáculos más grandiosos que se pueden ver en el cielo. Para un observador visual, a menos que disponga de un telescopio de apertura mayor que 200 mm y cielos de gran calidad, son pocos los cometas a su alcance. Por el contrario, desde un telescopio a partir de 150 mm de diámetro equipado con una cámara CCD, se puede captar un número razonable de estos astros cada noche, de forma permanente.

Desde un punto de vista más práctico, hoy en día ya disponemos de una metodología consistente para medir el brillo de un cometa haciendo fotometría de área. Y si un grupo como Cometas_Obs ya ha desarrollado unas directrices y un software para realizar estas mediciones, es fácil iniciarse en la fotometría de cometas. Con todo ello en mente, ¿cómo no dedicar un poco del tiempo personal de observación a alguno de los cometas que hay a mi alcance?

Primeros pasos

Los inicios de mi actividad en la fotometría con CCD se remontan al año 2003 en mi anterior domicilio. En cuanto dominé la metodología básica para hacer fotometría estelar, me plantee la posibilidad de poder observar cometas, pero no fue hasta el inicio de 2005 cuando pude empezar a aprender y poner en práctica la metodología.

Un tubo óptico newton de 114 mm de diámetro y la MX516, que tantos años me ha acompañado, fueron el instrumental con el que comencé a apuntar a mis primeros cometas. Estos primeros intentos coincidieron afortunadamente con el paso del cometa C/2004Q2-Maccholz, que pude observar con profusión junto a un más modesto C/2004Q1-Tucker. De estas observaciones saqué dos lecciones claras.

La primera, que los cometas interesantes, que alcanzan brillos importantes y dejan ver algo de cola, o una coma y núcleo bien diferenciados, son en cierto modo una pesadilla para el observador con CCD y telescopio mediano. Acostumbrados a exprimir hasta el último fotón, se encuentra con que el cometa satura la imagen con menos de un minuto de exposición. Con ello no podemos sacar suficientes estrellas para que Astrometrica nos haga la medida de posición y consiguientemente podamos calcular sus magnitudes en FOCAS. Los grandes cometas, a su vez, son muy extensos y pueden llegar a desbordar con su coma los campos de visión de nuestros sistemas, con lo que nuestras medidas en CCD realmente se ciñen al núcleo aparente y la coma más interior.

Fig. 2 Cometa Maccholz (C/2004Q2)

Y la segunda, que el sistema óptico llega a captar cometas bastante débiles, a juzgar por el resultado con el C/2004Q1-Tucker, que mantuvo su magnitud entre 13.7 y 14.5 en 10”x10”.

Así las cosas, la observación y fotometría de cometas desde mi lugar de observación se mostraba perfectamente factible pese a las condiciones adversas que a priori presenta la ciudad. Sin embargo, la ausencia de una computerización fiable en la montura supuso un problema más serio de lo que pensé en un principio.

Nunca me supuso un gran inconveniente buscar los astros por medio de cartas para centrarlos seguidamente en el campo de la imagen. Pero los cuerpos menores aportan un desafío adicional, que se mueven minuto a minuto y día tras día de forma perceptible, con lo que exigen la búsqueda en un campo distinto de cielo cada jornada.

Si bien ya dominaba los rudimentos necesarios para poder tomar imágenes cometarias y medir su brillo en multiapertura, mi actividad se ha mantenido en umbrales muy discretos, en lo que tiene bastante culpa la orientación mirando al norte de la terraza, la cual solo posibilitaba la observación de los cometas que alcanzaban las declinaciones más altas. Cabe mencionar que la adición de un tubo óptico newton, de 150 mm de diámetro a f 5 supuso una mejora en la consecución de una señal más alta y mayor resolución.

Cambio de emplazamiento al “observatorio-ventana” actual

Motivos personales me condujeron al cambio de domicilio. Afortunadamente, el piso posee una orientación más o menos despejada hacia el oeste y prometía un aprovechamiento fructífero para la observación. De cualquier modo, el emplazamiento no pudo adecuarse para el uso de un telescopio hasta principios del presente año 2008.

Fig. 3 Ventana “observatorio” J30

La espera valió la pena, puesto que al mismo tiempo que reinstalé mi reflector de 15 cm y la EQ-5, añadí una computerización Gotostar y una nueva cámara CCD más sensible y con un chip de mayor área que el de mi StarlightXpress. Las mejoras han dado fruto rápidamente, y actualmente soy capaz de compatibilizar la observación cometaria con la de estrellas variables y quásares sin dificultad gracias a que el apuntado automático desde el ordenador ha conseguido eliminar los tiempos muertos dedicados a buscar y centrar los astros. Como consecuencia inmediata, obtuve mi código J30 de observatorio por parte el Minor Planet Center (MPC), tras enviar observaciones de varios asteroides tomadas durante tres noches. El código no es imprescindible para hacer fotometría cometaria, pero suponía una suerte de homolagación de mi lugar de observación y del equipo, y me faculta para que mis medidas astrométricas sean aceptadas por el MPC.

Fig. 4 Observaciones cometarias ya como J30: track&stack del Chen-Gao C/2008C1 (grande)
y del 46P Wirtanen (encuadre)

En este lapso de tiempo he tenido oportunidad de medir la magnitud y la posición de los cometas C/2008 C1 (Chen-Gao) y 46P Wirtanen con éxito, eso sí, luchando como he podido contra la fuerte contaminación lumínica que me persigue.

Fig. 5 El gran cometa del estallido: 17P Holmes

Es interesante mencionar que desde aquí pude presenciar y seguir en detalle la explosión registrada en el cometa 17P Holmes, aunque para ello prescindí de mi equipo habitual, retomando el tradicional método de la estimación visual, tanto a simple vista como con prismáticos.

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